Así fue el III Encuentro de verano: abriendo una nueva etapa
San Felices de Buelna; fresquito, fresquito. Paraje natural y rural en Cantabria.
41 apasionados por la noviolencia. Una super-cocinera: Marta, y una super-animadora de niñ@s: Lilith.
Jordi Calvo, del Centro Delás, y Carles Porcel, entrenador de comunicadores, para animarnos a conocer el mundo en que vivimos y lanzarnos a extender la cultura de la noviolencia.
Este era el propósito que nos habíamos marcado desde el Colectivo para este III Encuentro de Verano: tras un curso centrados en el fortalecimiento interno, pasar a una nueva etapa, centrados en extender la noviolencia en España, precisamente nuestra misión desde el principio.
Encontrarnos, descansar, reconectar con nosotros mismos y con la naturaleza, soñar y proyectar juntos un mundo noviolento y el camino para conseguirlo,…
Comenzó el encuentro el miércoles con la acogida de los primeros participantes. Haciéndolo posible los incansables Paola, Luis y Ángela. Casa espaciosa, antiguo colegio, dormitorios compartidos, espacios para el encuentro.
Las mañanas estaban dedicadas a la formación y reflexión y las tardes a actividades de corte más lúdico, aunque siempre en conexión con la noviolencia.
El jueves fue el turno de Jordi Calvo, un referente nacional de la lucha contra el armamentismo. Suya fue la tarea de enmarcar todo el encuentro, abriendo ante nosotros el panorama de la violencia en el mundo y de la lucha por la justicia. Charlamos con él de las muchas caras de la injustica y de la noviolencia. Profundizamos sobre todo en algunas que él más domina y que le pedimos, y en alguna más.
Por la tarde visitamos el proyecto Cantáfrica, en el interior rural y poco habitado de Cantabria; Montesclaros se llama el lugar. Unas pocas personas lo iniciaron hace unos años para ofrecer trabajo y futuro a personas inmigrantes al tiempo que luchar contra la despoblación. 1000 gallinas, una huerta y miel ecológica en una de las tantas instalaciones deshabitadas del ámbito rural que unos frailes ceden a cambio simplemente de su mantenimiento.
Las noches eran para la tertulia y el descanso, aunque en la primera algunos hicimos una improvisada vigilia con cantos meditativos de Taizé. Por las mañanas Charo nos ofrecía una meditación guiada con un tiempo de silencio, para quienes así lo desearan.
La segunda mañana la dedicamos a las raíces de la noviolencia en nosotros. Charo, compañera del Colectivo, nos propuso un viaje a través de las sensaciones corporales interiores para aprender de ellas cómo amarnos y amar, cuidarnos y cuidar, frente a una lógica de la explotación y el consumo que nos muchas veces nos pierde en lo exterior y en la competencia. También las sensaciones nos hablan de cosas que no van bien y merecen ser abordadas, pero de forma consciente y constructiva, noviolenta, sanando la violencia desde su origen en nuestro interior.
Ampliando nuestra atención, con la compañera Ángela miramos hacia nuestros grupos, con los que luchamos por la justicia, con los que tanto nos podemos ayudar pero con los que también fácilmente entramos en conflicto. Nos propuso una dinámica, de “los seis sombreros”, para mirar nuestros conflictos y proyectos desde distintas ópticas (la racionalidad, la creatividad, la mirada global, la emoción). Son distintos enfoques con que podemos ver las cosas, pero también posibles distintas personalidades en nuestros grupos de trabajo. ¿Focos de conflicto? Lo que experimentamos es que más bien son una oportunidad para enriquecernos, por ejemplo a la hora de afrontar personalmente nuestro próximo curso, que fue el ejercicio que hicimos.
Por la tarde cambiamos los planes que teníamos -relativamente- para sumarnos a una concentración mensual que varios colectivos cántabros realizan ante el Ayuntamiento de Santander para pedir el fin de las guerras desde que estallara la de Ucrania. Nos pareció que teníamos que estar allí y apoyar a los compañeros que están desarrollando esta iniciativa con esta perseverancia. Antes estuvimos en la Playa del Sardinero, donde algunos paseamos y otros nos bañamos, como teníamos planeado inicialmente -aunque en otro lugar-.
Las comidas fueron ricas, con ingredientes vegetales, huevos y leche. Comidas naturales y caseras que nos preparaba Marta, con ayuda cada día de pinches voluntarios. También voluntarios limpiaban el comedor, ponían la mesa y fregaban los platos, siguiendo nuestra lógica de autogestión, aunque este año recurriendo a personas remuneradas en cocina y cuidado matinal de niñ@s -con Lilith-. También de parte de la limpieza del lugar se ocupaba, como hace durante todo el año, Miro (Edelmiro). Estábamos en el antiguo Colegio de la Divina Pastora, en el barrio Rivero. 41 personas participamos en total, decíamos, aunque algunas sólo estuvieron dos días y algunas tres; seguimos creciendo.
El tercer día, la tercera mañana, fue para Carles Porcel, un entrenador personal de políticos y de grupos ecologistas. Su especialidad, la comunicación: conectar con la gente y transmitir el mensaje de forma eficaz, de forma que llegue y genere vínculo, implicación. Tras tratar de la noviolencia en nosotros y en nuestros grupos, queríamos trabajar con un experto cómo ampliar nuestros círculos, llegar a más y más gente haciendo que la cultura de la noviolencia cale en España y nuestro mensaje y nuestras actividades generen implicación y nuevos grupos.
Una de las claves que trabajamos fue el balance entre alejamiento (hablar de cosas que no queremos, negativas) y acercamiento (cosas que queremos, positivas). No podemos hablar sólo hablar de injusticias; al final les damos el protagonismo, desanimamos y nos desanimamos. Nos pueden servir para conectar y movilizar, pero avanzando y poniendo el acento en lo que queremos y nos motiva, en los pequeños pasos que hemos dado y podemos dar; esto debe de primar y quedar, y poco a poco dará paso a cambios globales en las personas.
Otra clave que trabajamos con Carles fue las diferentes cosas a las que atendemos las personas, y que nos pueden hacer ver “mundos” distintos y no entendernos. Hemos de escuchar activamente y darnos cuenta de a qué atiende cada persona para entrar en diálogo con sus puntos de interés; si le hablamos desde los nuestros posiblemente no llegaremos a ninguna parte. Hemos de intentar convencer a la persona con sus propios criterios o, mejor aún, simplemente generar unas condiciones favorables para que ella misma se convenza. Y como queremos trabajar con la gente y unir a la gente, es importante gustar de estar con la gente, de todo tipo, y convivir y conversar saliendo de nuestros círculos habituales; sólo así podremos contagiar a otros y evitar caer la endogamia que padecen algunos movimientos sociales. Esto es posible con personas de todas las ideologías, y podemos hacerlo más fácilmente si conocemos sus principales valores, que suelen estar asociados en las distintas posiciones ideológicas.
…Y nos fuimos a comer al Monte Tejas, a 15 minutos en coche, donde saboreamos un excelente picnic, echamos la siesta y jugamos a un juego de mesa por grupos para conocernos. Luego visitamos el bosque mitológico que hay allí, en un plácido paseo y un tiempo de silencio meditativo en el que fusionábamos meditación, naturaleza y grupo. Charo animó la tarde. Y aún, al volver a San Felices, tuvimos un espacio para compartir experiencias -Joseph y Rodrigo nos hablaron- antes de la cena. Tras la cena “fiestón noviolento”, con música en directo, poesías y baile colectivo; una demanda del año anterior que disfrutamos y agradecemos.
El domingo fue el cuarto y último día del encuentro, centrado en el “¿ahora qué?” o considerar con qué perspectivas e inquietudes salimos cada uno del encuentro, que precisamente quería ser una catapulta hacia el futuro. Lo trabajamos en dos grupos, uno de personas comprometidas con el Colectivo y otra de simpatizantes (resto de participantes). Antes Moisés nos había llamado a comprometernos poniendo nuestro esfuerzo al tiempo que estando abiertos a la admiración constante. Nos anunció un encuentro extraordinario en Madrid con ocasión del día mundial de la noviolencia (1 y 2 de octubre) y un importante encuentro de Educación y noviolencia, gran hito del próximo curso, el 28 y 29 de enero, entre otras iniciativas. Cada cual compartió su reflexión y perspectivas en su grupo y luego, todos juntos, lo compartimos someramente para pasar a la revisión del encuentro (aspectos positivos, a mejorar, propuestas y disposición personal), con la que llegamos a la comida. Tras ella algunos de los participantes se fueron marchando mientras que la mayoría se quedó a hacer la limpieza profunda de las instalaciones.
Así acabó el encuentro, aunque mejor es decir empezó un nuevo curso y una nueva etapa en el Colectivo. Podríamos decir que el año que viene volveremos, pero eso ahora es lo de menos. Toca trabajar, descansar quizás aún un poco, y luego vivir la aventura del nuevo curso que tenemos por delante, en el que pondremos unos pocos granos de arena en la maquinaria, un pocas gotas de agua en el mar, algunas bien grandes y de gran fuerza expansiva, …para frenar la maquinaria del sistema que oprime, para generar, alimentar con muchos, el mar de la justicia y el amor.